Muchas veces se comete el error de abrigar excesivamente a los niños por temor a que se enfríen, sin caer en la cuenta de que es el sudor y la humedad lo más enfría la piel. El frío seco no es dañino, pero cuando el niño empieza a sudar, la temperatura de su cuerpo desciende y entonces se produce el enfriamiento que tanto se había querido evitar.
En invierno la ropa del niño dependerá de las características climáticas de cada región o país. En climas templados, para estar en casa basta con una camisera, una camisa, un jersey y un pantalón de pana, mientras que para salir a la calle se puede utilizar una chaqueta o mono acolchados. No son recomendables las bufandas que tapan la boca, pues crean una bolsa de aire cálido y húmedo que resulta nociva.
El calor puede ser más peligroso que el frío para un bebé, pues el sudor favorece una pérdida de agua que conduce a la deshidratación, en un ambiente muy caluroso, un niño debe ir ligeramente vestido, con una camiseta de algodón o lino, preferiblemente amplia, para que permanezca desnudo, pues, a pesar del calor del sol, puede enfriarse con el viento.
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